SUBJETIVIDAD COMO CONSTRUCCION DE LA MENTE DESDE LA REALIDAD

ALEXANDER RODRIGUEZ BOLIVAR
SANDRA CATALINA PEREZ BOTERO

UD. FRANCISCO JOSE DE CALDAS
ar.nopertenece@gmail.com
Pensando subjetividades contemporáneas.

Abstrac:

La siguiente ponencia es un segmento de la tesis Geodesia del sentido: develamiento del sujeto en la jerarquía discursiva, presentada para obtener el titulo de licenciado en ciencias sociales, haciendo parte del capitulo 4 este fragmento expone superficialmente las teorías que han conceptualizado la relación entre la mente y la realidad, en el área de la psicología, pero la discusión que se quiere poner a prueba en este fragmento es el de colocar la relación entre la realidad y la subjetividad como dinámicas autónomas que se implican de una manera determinada, hacia tal rumbo la discusión desemboca en la caracterización de dos formas de entender las dinámicas de la realidad y la subjetividad, por un lado reactiva-estructuralmente y por otro rizomática.

Palabras claves:

Realidad, mente, subjetividad, pliegue subjetivo, acontecimiento, representación, desublimación.

Este filtro expondrá como la mente se constituye como acontecimiento desde la realidad, el concepto de mente es propio de la psicología y su definición cruza los debates mas profundos en relación a la discusión en la que el cerebro y la realidad interactúan con el fin de establecer una serie de conocimientos; tenemos por una parte al conductismo que basa toda la actividad psíquica a la estimulación eléctrica que sufre el cerebro, para esta escuela la conciencia y la mente son conceptos metafísicos heredados de la edad media, y que solo hacen referencia a una posible definición racional y científica del alma con autores como Thorndike que propone la Ley del efecto, según la cual los hábitos se aprenden cuando conducen al placer o a la satisfacción, Jhon Watson a través de la psicología funcionalista reconoce al cuerpo como una globalidad que, a través del método científico, podría deducir los funcionamientos que dan paso a la actividad psíquica siendo su descubrimiento el reflejo condicionado que va ha ser mejor conceptualizado por Pavlov. La escuela psicológica de la Gestalt denomina que la actividad mental es producto de una serie de sensaciones combinadas que le dan sentido a la realidad en relación a la totalidad perceptiva que engloba las sensaciones que provienen de la realidad ordenándolas al todo que constituye la mente. Según la psicología genetista, en la que su miembro mas reconocido es Jean Piaget, la mente se desarrolla progresivamente en un relevo de estadios y su fin es la estabilidad en una edad adulta, para este genetista la mente se desenvuelve periódicamente con los cambios físicos del cuerpo. Desde este punto de vista estas escuelas posan su mirada en un aspecto puramente biologisista en mayor o menor grado, desde otro enfoque Sigmund Freud que se aleja desde la primacía de lo biológico llega a la conclusión que la mente se mueve sobre una dimensión mas social, es decir que los síntomas expresados en el cuerpo no necesariamente tiene una génesis física y desde este punto comienza una “sintomatología” de la cultura, junto con Kart Gustav Jung y mas adelante Lacan.

En este trabajo queremos expresar, en primera medida, dos polos en los cuales las escuelas psicológicas están en mayor o menor medida de acuerdo, es que hay un medio estructurado antes de que exista el cerebro, la mente o las percepciones que se expresan en un cuerpo definido y por otro lado una serie de conductas o procesos mentales que dan cuenta de esa realidad desde sí misma. La filosofía lo expresa como objetivo y subjetivo, el medio y el individuo, etc.

La falta que percibimos en las escuelas psicológicas es precisamente reducir la discusión de la mente y de la realidad, cada escuela en mayor o en menor medida optan por darle mas incidencia a uno de estos polos, claro esta que la escuela que mas tiene balance con respecto a esta discusión es la escuela psicoanalítica y sus desarrollos en todo el siglo XX.

Desde este punto de vista definiremos qué características pensamos que tienen esos procesos mentales, cognoscitivos etc., que nos ayudaran a definir lo que es la mente y en segundo lugar definiremos que procesos no mentales constituyen la realidad. Por último, de acuerdo con el proyecto epistémico total, definiremos como la mente y la realidad constituyen dinámicas reactivas estructurales o rizomáticas.

El pensamiento para Deleuze tiene unos modos de funcionamiento particulares, pues no es fruto de la voluntad de un sujeto que piensa, sino de los acontecimientos que le fuerzan a pensar. Los acontecimientos presionan los modos de pensar, no respetan sus límites e interfieren en la voluntad del sujeto. Los acontecimientos desencadenan una especie de violencia sobre el sujeto que le hace pensar. De ese modo, el pensamiento se produce por una violencia sufrida y no por una voluntad subjetiva”[1].

La mente es el producto general de la contracción del acontecimiento de la realidad en donde se desenvuelve; la realidad, como explicamos anteriormente, es el conjunto de fuerzas que le dan movimiento y que transforman lo real, estas fuerzas son las que hacen posible dar cualidad a los objetos, cosas, o personas que conforman lo real, estas cualidades se dan por la mayor o menor intensidad o cantidad de fuerzas que modelan la realidad, también es el diagrama de tensiones donde convergen la existencia, legitimidad y regulación del tiempo, con relación al ethos y la forma en que las acciones son figuradas, distribuidas y territorializadas en el mundo, que conllevan al desenvolvimiento de una forma particular de crear este; la mente, entonces, es la capacidad con la que cuenta cada ser vivo para desenvolverse o simplemente para referenciar el medio que lo rodea, en este caso lo que diferencia la mente de un gato con la de un ser humano es la complejidad con la que una mente se despliega sobre la realidad que interviene.

Nosotros pensamos la realidad como acontecimiento, este nos remite a la condición primaria que pensamos como definitoria de la realidad. Para ir más allá de las teorías teleológicas, donde la realidad tiene un fin en particular, o un positivismo bizarro donde la realidad tiene también unas leyes intrínsecas que pueden ser comprobables y verificables, entender la realidad como acontecimiento nos lleva a definirla así:

“En todo acontecimiento, sin duda, hay el momento presente de la efectuación, aquel en el que el acontecimiento se encarna en un estado de cosas, un individuo, una persona, aquel que se designa diciendo: venga, ha llegado el momento; y el futuro y el pasado del acontecimiento no se juzgan sino en función de este presente definitivo, desde el punto de vista de aquel que lo encarna. Pero, hay, por otra parte, el futuro y el pasado del acontecimiento tomado en sí mismo, que esquiva todo presente, porque está libre de las limitaciones de un estado de cosas, al ser impersonal y preindividual, neutro, ni general ni particular, eventum tantum.”[2] O como lo expresa José Luís Pardo “el acontecimiento (o transformación incorporal) se define de dos maneras: como atributo de los cuerpos y los estados de las cosas (mezclas físicas y disposiciones maquínicas) y como sentido de las proposiciones o enunciados (disposiciones colectivas de enunciación).”[3]

Desde nuestro punto de vista pensamos que la realidad se compone de las fuerzas que definen una forma de expresar las cosas, las palabras o los discursos que se tejen alrededor de éstas, y el orden mismo de las cosas y cómo éstas componen la realidad. La intersección combinación, divergencia o choque de los anteriores componentes generan un acontecimiento que es un forma definida de entender la realidad en un momento particular de la historia, es decir que los acontecimientos son el sentido en el que se desenvuelve la realidad en un momento dado. Por tal motivo Deleuze afirma que no es particular ni general, pues no es todo lo que sucede ni a las cosas que afecta el hecho, el acontecimiento es impersonal y preindividual, es decir, se nace, se muere, se ama, en un sentido definido en cada época de la historia, no dado por nadie sino en el desenvolvimiento mismo de lo real. La realidad es, en definitiva, esa articulación integrada de las formas de pensamiento que definen lo real y las dinámicas del estado de cosas que se presentan en lo real.

Desde el punto de vista de estas definiciones, de lo mental y la realidad, vamos a proponer una forma de entender estos procesos de conformación de la realidad y lo mental desbordando los conceptos de objetivo-subjetivo, individuo-medio, etc.

El acontecimiento plegado genera la mente. Con esta afirmación comenzamos entonces a definir la primera dinámica con relación a la mente y a la realidad.

El pliegue es una característica de la realidad, es decir, es una contorción de todos las materias que la recorren (un pan no es mas que el pliegue de la harina y de los huevos que a su vez estos con el panadero han sido plegados), toda realidad es producto del plegado que hacen las fuerzas que le crean.

Lo real es indiferenciado, es el caos primario, pero la realidad es la constitución o diagrama de fuerzas sobre este caos, lo que le da forma y lo transforma y le da sentido a cada instante creando la realidad. La relación con el acontecimiento es directa, el acontecimiento es la cantidad de pliegues infinitos que le dan una génesis a las cosas del mundo.

todo sujeto es un pliegue del afuera, una singularización de un espacio-tiempo presubjetivo compuesto por narraciones que nos dicen el sentido de aquello que nos acontece y por regímenes de hábitos que prefiguran la práctica corporeizada de los hábitats; es decir, el sujeto como pliegue designa, en última instancia, una forma de habitar los hábitos que le habitan, una forma de hablar el lenguaje que le habla, una forma de pensar los pensamientos que le piensan. No hay comienzo carente de pliegues, tan sólo un encaramarse a pliegues ya existentes: vivimos en los pliegues, desde los pliegues y entre los pliegues, lo cual introduce, una topología de los pliegues. (Serres, 1995).”[4]

Esta singularización es el proceso mismo donde el acontecimiento configura una serie de fuerzas que modelan las cosas del mundo, pero este proceso es infinito, esta más allá de lo que la razón y su sistema de representación puedan notar.

El concepto de pliegue siempre es un singular, no puede avanzar si no es variando, bifurcándose, metamorfoseándose.[5] Lo real cumple estas condiciones, transformación incondicionada continua y la mente se produce o se singulariza en relación precisamente a este movimiento infinito.

La mente, como producto de la realidad, solo es pensable como un pliegue formado desde la imposición de una fuerza de la realidad; esta fuerza “deviene energía”[6] que modela la mente, es por esto que cada pliegue es el producto de la energía aplicada a la mente desde los acontecimientos de la realidad. La energía que viene del acontecimiento en relación con los pliegues que forman la realidad constituye la mente, desde este punto de vista no se puede pensar lo que se quiere, solo lo que esta al alcance de nuestro pensamiento y de los pliegues que lo constituyen, siempre y cuando la realidad no cambie, pues eso determinaría la re-constitución de la mente. El plegamiento determinado de la mente es una forma particular que deviene la realidad, es por este motivo que se fuerza a pensar al sujeto de una forma en particular generando una conciencia específica. Por tal motivo si el acontecimiento de la realidad es la fuerza que figura la mente y la mente el plegado producto de la realidad la conciencia no es más que el flujo de la energía en el proceso de transformación.

El acontecimiento genera la subjetividad al figurar los pliegues con una fluidez de energía en particular, la realidad performa la mente[7] modelando la fluidez de energía que se encuentra en ella; la subjetividad, por esta razón, es expresión de la realidad, por ello todo lo que ésta pueda producir está definido en los marcos de posibilidad que le ha dado la realidad misma, así la realidad esta configurada según la forma de las subjetividades que la producen, así la realidad sólo es producto de los sujetos que actúan y la producen en ella misma, pero, al mismo tiempo tales sujetos están determinados por los acontecimientos que constituyen la realidad.

La relación entre subjetividad y realidad es el transito de energía que hay entre uno y otro, energía que es efecto de la necesidad que tiene la realidad de las subjetividades que la forman y la subjetividad como expresión de la realidad que le constituye. Es desde este planteamiento desde el cual focalizaremos la problemática de la constitución de la mente mas adelante. La mente es precisamente el enclave para entender la dinámica de esta dimensión pues es desde ella desde donde se puede entender lo reactivo estructural y lo rizomático en la constitución de la subjetividad.

La mente es producto de la fluidez de la energía, entendida ésta como los actos que transforman la realidad y la subjetividad. En este punto la mente sólo es una fase temporal donde los pliegues de la subjetividad se acomodan al diagrama de fuerzas de la realidad.

“Dicho pliegue se produce por los efectos del choque entre las fuerzas del tiempo y las del espacio: del tiempo como modalidad de subjetivación, como posibilidad de desarrollo de un hábito; y del espacio como manifestación de los vacíos que se dan entre los planos del sentido. De ese modo la experiencia, como acontecimiento, abre el pliegue subjetivo, lo despliega, mientras que la experiencia de producción de sentido se refiere a otro orden de la experiencia, se refiere a la acción del tiempo que la consolida y le da sentido”[8]

En este caso la conciencia es una fase temporal de la mente en tanto que el diagrama de fuerzas de la realidad va cambiando y a su paso cambian también los pliegues en la mente. Por esta razón la conciencia es la “estabilidad” temporal en la fluidez de la energía entre la realidad y la subjetividad.

Después del acontecimiento y del choque entre la subjetividad y la realidad se genera una energía que influye en la creación de la realidad, la cual puede darse a partir de dos posibilidades, la mente desplegada creando la realidad o el diagrama de fuerzas de la realidad plegando la mente. La conciencia es aquí el producto de tal dinámica: se puede generar una conciencia plegada por las fuerzas que diagraman la realidad, que en este caso sería la modulación de la energía y la determinación de los pliegues de la mente, o por el contrario, el despliegue de la mente que modula el diagrama de fuerzas y su fluidez de energía en busca de la creación de otra realidad.

Desde lo planteado anteriormente, el poder es la imposición de una fuerza sobre otra, modulándola y creando algo de ésta; puede ser el diagrama de la realidad plegando la subjetividad o el despliegue de la mente diagramando la realidad, todo en el marco de las relaciones de poder, tal como estas han sido planteado por M. Foucault.[9] Por tal motivo el poder es la capacidad de ejercer control sobre la fluidez de la energía constituyendo así los pliegues mentales o los diagramas de la realidad, es decir, si se puede tener conciencia de cambio de la realidad es una dinámica rizomática de la subjetividad, o, si solo se puede ser producto de las dinámicas de la realidad y tener una conciencia parcial de ésta es una dinámica subjetiva reactiva-estructural.

La problemática que plantearemos más adelante, en este filtro, es la constitución reactiva-estructural o rizomática de la subjetividad y su relación con la realidad.

La constitución reactiva de la subjetividad puede entenderse sobre tres ejes que convergen en la creación de ésta:

1) La representación y la relación con el pliegue: Cuando la subjetividad es representada, es decir, cuando “se basa en la serialización jerárquica de las analogías, identidades, oposiciones y semejanzas, la cuádruple raíz de la representación en el orden discursivo”[10], es la relación del diagrama de las fuerzas de la realidad las que pliegan la mente, es decir, modulan el flujo de energía en relación a la idea que quiere imponer la realidad y su diagrama, esto conlleva a pliegues subjetivos acordes a la constitución misma de tal diagrama, haciendo de la subjetividad un producto homogéneo, aislado, subordinado simplificado, alineado, estático. Una subjetividad homogeneizada que cumpla las características definidas por el diagrama de la realidad para que sea funcional al orden establecido por esa realidad; aislada con el fin que ocupe un lugar establecido en el orden de la realidad; subordinada para que desempeñe funciones específicas que le son asignadas por el orden que impone la realidad; simplificada en la constitución de sus pliegues para el mayor control de su desenvolvimiento fijado por el diagrama de la realidad; alineada en relación a la jerarquía que impone la representación de esa realidad; estática como condición de adaptación a la estructura jerárquica establecida por el diagrama de la realidad.

2) Desublimación del sujeto por efecto de la representación: cuando se dice que la subjetividad es desublimada se hace referencia al modelamiento de la fluidez de la energía por la determinación reactiva-estructural de los pliegues, es decir, la fluidez de energía que crea la realidad es controlada según los parámetros que marque el diagrama de las fuerzas, cumpliendo las determinaciones expuestas en el eje anterior (homogeneizada, aislada, subordinada, etc.); la subjetividad es plegada a condición de desenvolver su energía por los causes marcados por la representación constituida por la realidad, es por esto que lo llamamos desublimación.

3) Modelación inmóvil ideal en los pliegues de la representación: se dice que la subjetividad es modelada por una idea inmóvil cuando la fluidez de su energía es plegada en relación a la estructura jerárquica marcada por la representación, es decir, la fluidez de la energía se funcionaliza en relación a las características reactivas-estructurales, no sólo para ocupar un lugar en el diagrama sino para reproducirlo y mantenerlo, así la subjetividad se torna reproductora y reforzadora de las relaciones de fuerza que existen en el diagrama. La dinámica de los tres ejes anteriores expone la imposición del diagrama de fuerzas de la realidad sobre el pliegue subjetivo.

Por otro lado la dinámica rizomática de la realidad con relación al choque entre ésta y la mente se desenvuelve sobre tres ejes, estos constituyen de una forma particular tanto a la subjetividad como la realidad, estos ejes son:

1) La libertad en el desenvolvimiento de los flujos de energía que produce tanto la realidad como la mente, esto indica que la subjetividad se constituye en base a la transformación continua que produce el choque entre la mente y la realidad, es desde este punto que es rizomática pues no depende de la adaptación de la mente a la realidad sino que la mente se despliega en la realidad transformándole, es decir, ya no busca plegarse para acomodarse en una realidad estructurada sino desplegarse para crear una figuración determinada dando como resultado una realidad rizomática, una realidad que se va generando en tanto la mente y la realidad figuran una dinámica autónoma pero coordinada entre la realidad y la subjetividad generando una subjetividad rizomática.

2) La autogestión de la subjetividad rizomática es el eje que constituye los elementos necesarios para constituir la realidad en el despliegue de la subjetividad, por esta razón la autogestión es precisamente la creación constante de herramientas para transformar la realidad, es decir, el despliegue subjetivo trae una forma de captar la realidad afín a nuestras posibilidades y por tal razón nos permite crear las estrategias en que se va ha intervenir en la realidad, permitiéndonos proyectar los flujos de energía en el diagrama indicado para el cambio efectivo de lo real.

3) La de-construcción móvil de los pliegues autogestionados es precisamente la posibilidad de que los pliegues inmóviles de la realidad sean desplegados constituyendo naturalmente otra realidad. La dinámica que sigue la de-construcción constituye la realidad en la que se despliega la subjetividad y lo mismo le pasa ha esta ultima que se crea mientras se desenvuelve ante la realidad.

Como conclusión entonces afirmamos que la subjetividad puede entenderse, desde su dinámica mas rizomática, como la capacidad de la subjetividad de captar la realidad fuera de los parámetros de un diagrama de fuerzas ajeno a ella, lo cual le conduce a una configuración constante de cómo capta la realidad, desde este punto de vista no hay parámetros únicos de referencia de lo real sus pensamientos admiten el cambio y la heterogeneidad necesaria para captar mas nítidamente la realidad, captando el diagrama de fuerzas en el que esta inmerso y cambiándolo en relación a su propia constitución, de-construyéndose, liberando los flujos que le constituyen, autogestionando su creación, plegando a cada instante la realidad, esta dinámica de valoración rizomática la denominamos despliegue flexible ontológico. Por otro lado, la subjetividad reactiva, entonces, se caracteriza por omitir cualquier clase de diferencias y, como su régimen epistémico por el cual capta la realidad se basa en la representación, ésta instaura un orden lógico binario de entendimiento de la realidad (bueno-malo, rico-pobre, blanco-otros); que desarrolla una forma de subjetividad que trata de plegarse y reprimirse con la necesidad de acomodarse a ese orden de la realidad por esta razón la realidad es captada como uniforme y por lo tanto no cabe la posibilidad de cambiarla y hace lo posible por mantenerla y reproducirla, a la subjetividad reactiva no le es necesario conocer lo que juzga ya que el diagrama de la realidad le ha dicho cuales deben ser sus juicios desde lo anterior valorar una subjetividad desde el punto de vista reactivo es decir que la subjetividad se constituye desde un pliegue inflexible ontológico.

LÓGICA DEL SENTIDO, DELEUZE GUILLES. TRADUCCIÓN DE MIGUEL MOREY, EDICIÓN ELECTRÓNICA DE WWW.PHILOSOPHIA.CL / ESCUELA DE FILOSOFÍA UNIVERSIDAD ARCIS.

OP IBÍD. PÁG. 178

SERRES, M. (1995): ATLAS, MADRID, CÁTEDRA. EXTRAÍDO DEL ARTÍCULO. CARTOGRAFÍAS LIMINALES: EL (DES)PLIEGUE TOPOLÓGICO DE LA PRÁCTICA IDENTITARIA, IGNACIO MENDIOLA, 2000 PÁG. 5

CONVERSACIONES 1972-1990, DELEUZE GILLES, TRADUCCIÓN DE JOSÉ LUÍS PARDO. EDICIÓN ELECTRÓNICA DE WWW.PHILOSOPHIA.CL / ESCUELA DE FILOSOFÍA UNIVERSIDAD ARCIS.

PARDO, JOSÉ LUÍS. DELEUZE: VIOLENTAR EL PENSAMIENTO. PG. 47. EDITORIAL CINCEL. ESPAÑA 1990

FOUCAULT, MICHEL. EL SUJETO Y EL PODER (TRADUCCIÓN DE SANTIAGO CARASSALE Y ANGÉLICA VITALE), COLLAGE DE FRANCE 1970.

DELEUZE, GILLES. DIFERENCIA Y REPETICIÓN. MADRID: JÚCAR, 1988.


[1] PARDO, José Luís. Deleuze: Violentar el pensamiento. Pag. 43. Editorial CINCEL. España 1990

[2] LÓGICA DEL SENTIDO, Deleuze Guilles. Traducción de Miguel Morey, Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.

[3] Op Ibíd. Pág. 178

[4]SERRES, M. (1995): Atlas, Madrid, Cátedra. Extraído del artículo. Cartografías liminales: el (des)pliegue topológico de la práctica identitaria, Ignacio Mendiola, 2000 Pág. 5

[5] CONVERSACIONES 1972-1990, Deleuze Gilles, Traducción de José Luis Pardo. Edición electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.

[6] Definimos energía como la capacidad que tiene una cosa para transformar otra según un diagrama definido de fuerzas y que por consiguiente reestructura al objeto al que se le aplica tal diagrama.

[7] El concepto de mente aquí es utilizado como la dinámica generada en el cerebro independiente de lo real y la subjetividad como la dinámica de transformación mental en relación a la realidad.

[8] PARDO, José Luís. Deleuze: Violentar el pensamiento. Pg. 47. Editorial CINCEL. España 1990

[9] Foucault, Michel. El sujeto y el poder (Traducción de Santiago Carassale y Angélica Vitale), Collage de France 1970. En lo que concierne a este poder, en primera instancia es necesario distinguir aquel que se ejerce sobre las cosas y da a su vez la habilidad de modificar, usar, consumir y destruirlas -un poder que procede de aptitudes directamente inherentes al cuerpo o "apoyadas" en instrumentos externos. Diría que aquí hay una cuestión de "capacidad".

[10] DELEUZE, Gilles. Diferencia y repetición. Madrid: Júcar, 1988.

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